Mostrando entradas con la etiqueta Leyendas. Mostrar todas las entradas
Mostrando entradas con la etiqueta Leyendas. Mostrar todas las entradas

18 de septiembre de 2015

Un hombre respetado

Fuente: http://talaveraoculta.es

Justo antes de que se construyese la avenida de la Real Fábrica de las Sedas -o Ronda Sur- en la toledana Talavera de la Reina, se alzaban allí las ruinas de un viejo castillo en la zona de Entretorres que fue utilizado durante la posguerra y hasta los años cincuenta como "casa de mala vida."

El que dirigía la casa era un hombre llamado Carlos, siempre vestido con su impecable traje blanco, corbatas de lo más chocante y un sombrero de ala ancha.
A pesar de que todos sabían a qué se destinaba ese domicilio, Carlos era un hombre respetado y, aunque sus empresas no estaban bien consideradas, eran justificadas por gran parte de la gente influyente.

Pero una noche del año 1951, una de las chicas que practicaba su profesión en la casa amaneció muerta con una cuchillada en su vientre. Después de las diligencias realizadas por la Guardia Civil y la Policía, en sus conclusiones dejaron constancia de que había sido un hecho muy poco común.

No hubo nadie que oyese a la pobre infausta gritar mientras la mataban. La hoja del cuchillo había provocado heridas en sus manos y todo daba a entender que había sido ella misma quien se había infligido aquellas horribles heridas.

Los resultados forenses determinaron un suicidio, pero también que la prostituta llevaba un niño en su vientre. La autopsia y la declaración de una compañera así lo afirmaban. Unos días antes de morir se lo había dicho en confidencia y la amiga no podía entender la causa del suicidio ya qué, según sus palabras, ella estaba feliz por el nacimiento de ese niño. Le había contado que pensaba dejar la mala vida, conseguir un trabajo decente y criar a su hijo junto al padre de la criatura, al que siempre mentaba como su "ángel", por lo impoluto y blanco que siempre vestía.

El tiempo todo lo borra, y dos años después parecía que ya nada quedaba de esa triste historia. La habitación de la muchacha nunca se volvió a usar. El dueño del prostíbulo mandó clausurarla y nadie entró durante un tiempo.

Pero en el verano de 1953, llegó a casa una mujer de aproximadamente unos treinta años. Como era noche de mercado y estaba todo a rebosar, Carlos se vio obligado a hospedarla en la habitación sellada. Al abrir la puerta, el horror, la angustia y el miedo extremo los invadió a ambos. Caras de sufrimiento y dolor estaban dibujadas en las paredes, y también animales como gatos, lechuzas y ratones. Pero el colo del terror era un cartel que rezaba: "Tu traje blanco está manchado con el rojo de mi sangre y de la sangre del fruto de mi vientre."

El dueño, asustado y tembloroso, hospedó a la mujer en otra habitación con una compañera y al día siguiente ordenó pintar la habitación. Pero con todo el empeño, los rostros dolientes y las palabras acusatorias volvían a aparecer una y otra vez en las paredes. Carlos intentó empapelar el cuarto, pero una humedad emergida de la nada hacía que el papel se desprendiese y apareciera otra vez el macabro mensaje.
El rumor de lo que sucedía empezó a extenderse por la ciudad de tal forma que Carlos tuvo que cerrar el prostíbulo e irse de Talavera.

Un año más tarde lo encontraron desnudo, tirado en su cama y con un cuchillo clavado en sus genitales.

Junto a la cama y en una silla, su inmaculado traje blanco cubierto a pedazos de rojo. Era sangre, pero no la suya. A partir de aquel momento, la casa quedó abandonada a su suerte hasta casi el año 1994, año en que se la derrumbó para construir una avenida.

Se cuenta que por las noches, en el segundo piso del portal número 16 de esa misma avenida, se escucha llorar a una mujer mientras susurra tiernas canciones de cuna.

Puedes escuchar la leyenda en este podcast de Milenio 3 de la Cadena Ser del día 6 de enero de 2003, a partir del minuto 28.

Fuente: Talaveraoculta.es

11 de septiembre de 2015

La bruja Catalina Sánchez

Juicio de las brujas. Fuente: Caminandoporparedes.com Hace ya cuatro siglos, en la Ciudad de Talavera, residía una conocida hechicera llamada Catalina Sánchez.

Catalina Sánchez era capaz de conectar con seres infernales y de echar las suertes con naipes y otras artes oscuras.

Cuenta la leyenda que sus rituales oscuros se realizaban al lado de la Iglesia de San Andrés y muchos nobles y personas influyentes recurrían a ella para diversos casos, entre ellos para contactar con los muertos.

Catalina solía ir a misa de siete, pero sus fines no eran piadosos, su objetivo era otro muy diferente, acudía a la celebración para conseguir agua bendita que luego utilizaría en sus rituales nocturnos.

Fueron muchos los testigos que ratificaron las artes oscuras de Catalina ante el tribunal de la Inquisición, entre ellas, una supuesta amiga de la bruja que describió con detalles el ritual que seguía.

Todo comenzaba al anochecer, Catalina se acercaba hasta la Iglesia de San Andrés y colocaba, en cada una de sus esquinas, ochavos o monedas. Cuando ya había anochecido con el agua bendita robada por la mañana, hacia un círculo y se introducía en él, después rodeaba el círculo de velas negras y repetía oraciones a Santa Marta.

A continuación comenzaban a acercarse hasta el círculo iluminado diversos animales, lobos, cerdos o incluso perros con las monedas en sus bocas.

Las bestias no podían atravesar el círculo de agua bendita y se dejaban interrogar por la bruja.
Una vez obtenida la información, Catalina se despedía de las bestias, de nuevo con oraciones a Santa Marta.

La pena que le impuso la Inquisición fueron 100 latigazos y el destierro de la bruja, para la sorpresa del pueblo que esperaba la hoguera para ella.

Fuente; http://www.caminandoporparedes.com/blog/?p=7903

4 de septiembre de 2015

La mujer del marinero

La mujer del marinero
A mediados del siglo XVI vivía en la calle mesones de Talavera de la Reina, España una hermosa mujer llamada Isabel. Su marido era un intrépido marinero que había llegado a navegar por los siete mares.

Isabel, era una mujer amante de su casa y de su marido, aunque tenían un problema, que disgustaba grandemente a ambos: Isabel no se quedaba nunca embarazada. Una primavera, las naves españolas iban a partir desde el puerto de Cádiz en una travesía que les iba a llevar durante varios meses a recorrer las costas de América Central.

Durante este periplo, Isabel, quien era una mujer muy hermosa, cuidaba de la casa y de unas tierras que tenía en la localidad de Belvís de la Jara.

Isabel además de bella, era una mujer muy limpia para su tiempo. No hay que olvidar que bañarse diariamente era considerado por los españoles de aquella época como un signo de judíos. De todas maneras Isabel llenaba una tinaja con agua del pozo del patio y luego se sumergía en ella durante horas. Esto le relajaba mucho y le hacía olvidar la pena de tener a su esposo en tierras tan lejanas.

Isabel cometió el error una tarde de verano, de dejar la ventana, de su cuarto abierta para que entrara la fresca brisa del Tajo, olvidando que desde la ventana vecina alguien podría verla. Efectivamente, una anciana inmiscusora, cada tarde la veía bañarse en su tinaja. Esto le valió a Isabel una denuncia ante el tribunal de la Santa Inquisición. Aunque como nada pudo ser probado, Isabel fue dejada en libertad.

Dos años más tarde cuando su marido regresó de la isla de la española, le trajo a Isabel muchos regalos: la resina seca de un árbol que se masticaba sin tragar, varios abalorios de cuero y conchas comprado a los indígenas y una especie de hojas grandes, enrolladas, cuya punta, los indios quemaban y por el otro extremo chupaban el humo con gran placer. Sin saberlo Isabel estaba probando uno de los primeros puros que llegaron a España.

Cuando su marido en primavera volvió a enrolarse en otro navío conquistador. Isabel, volvió a cometer el error de dejar la ventana abierta. Esta vez, la anciana cotilla, avisó al cura de la parroquia cercana de Santiago y ambos espías ante su estupor, no solo vieron a Isabel bañarse en su tinaja, sino que esta soltaba bocanadas de humo por la boca mientras chupaba un extraño instrumento semejante a un falo.

Esta vez la denuncia tuvo una sentencia inculpatoria. Isabel fue condenada a muerte y quemada en la plaza de la Cruz Verde por bruja.

Cuando su marido regresó a Talavera y entró en su casa, encontró la tinaja aún repleta de agua y sobre la superficie habían nacido nenúfares.

El hombre quien tantas veces se había salvado de estragos en la mar, del acoso de los piratas ingleses y las racias de los indígenas corrió hacia el río y gritando el nombre de Isabel se tiró y nunca se supo más de él.

Aún hoy, dicen… si se cruza el puente romano justo a la hora en la que Isabel fue quemada (las dos de la madrugada) y uno se asoma al río, puede ver el rostro de la mujer y escuchar sus espeluznantes gritos cuando las llamas comenzaron a consumirla.

Fuente: http://talaveraoculta.es/

28 de agosto de 2015

La bruja Elvira

Leyenda de la bruja ElviraEn Talavera de la Reina, se encuentra un barrio muy extenso llamado ‘Puerta de cuartos’.

En este barrio, en donde en la antigüedad hubo un templo en honor al dios Mercurio, se erigió la Iglesia de San Andrés. A pocos metros de allí y hace quinientos años vivió una mujer de nombre Elvira.

Elvira ya tenía unos cuantos años y nunca había estado casada. Sus días transcurrían entre unos campos donde recolectaba hierbas de diferentes clases y la casa que tenía en la Calle del Tinte, adonde muchas mujeres iban a buscar medicinas para sus aflicciones.

Un día como cualquier otro, se dirigió hacia su casa una mujer de la nobleza llamada Lucrecia. Esta mujer de alta cuna, estaba casada con Bernardino de la Rúa, que la engañaba con otra mujer de baja reputación. Lucrecia quería conseguir que su marido volviese a sus brazos, volver a recuperar su amor y que dejase a la susodicha con la que fornicaba.

La bruja Elvira tenía la solución, pero requería un sacrificio a la altura. Lucrecia debía conseguir los ingredientes básicos, sangre de su propia menstruación, un cabello de la amante del marido, semen de él y un gallo que jamás hubiese copulado con ninguna gallina.

Hábil y sigilosamente, Lucrecia fue juntando los ingredientes solicitados. La sangre no era problema, apartó un pollito de sus hermanos para que creciese en soledad, del chaquetón de su esposo pudo recoger los cabellos que necesitaba y a pesar del espanto que le causaba, masturbó a su marido en la noche con su boca y guardó el preciado líquido en un pequeño aceitero de barro.

Seis meses más tarde estaba todo listo, la hechicera mezcló todos los elementos en una olla de metal con vino de Montearagón, aceites y un ungüento mezcla de su propia orina y grasa de cerdo. Luego de horas y horas de cocción, con un olor pestilente, ordenó a la mujer que se desnudase y degolló al pobre animal, untando por completo el cuerpo de la noble dama con su sangre. Más tarde le dio a beber la horripilante pócima y le exigió que a las cuatro de la mañana, mientras todo el mundo dormía, diese dos vueltas a la Iglesia de San Andrés, rodeando su huella con la sangre del gallo.
Obediente, Lucrecia hizo todo lo que le ordenó la vieja, pero meses después su marido seguía con su amante y además asistía a todos los burdeles que había en la ciudad.

Lucrecia enfermó gravemente de los pulmones y el corazón. Una noche tras una terrible pesadilla corrió hacia la casa de la hechicera y la inquirió por no haber dado solución a su mal. La bruja le prometió esta vez, un resultado que la favoreciese, pero Lucrecia en un rapto de locura, le clavó un punzón en el corazón. Días más tarde, unos caballeros de la Santa Hermandad, encontraron a Lucrecia con un aspecto desaliñado y completamente fuera de sus cabales. Les dijo que el mismísimo diablo había estado copulando con ella noche tras noche y que a pesar de sus rezos no había sido oída.

Después de que el párroco le practicó un exorcismo, la mujer se mantuvo silente hasta el día que falleció, varios años más tarde, habiendo sido recluida en un convento de monjas para pagar el pecado de haber practicado la brujería.


Se cuenta que en algunas noches se puede ver correr un gallo alrededor de la Iglesia de San Andrés y si antes de una semana el que lo ve no se arrepiente de sus pecados, también puede enfermar del estómago y del corazón.


21 de agosto de 2015

Leyenda de las mujeres emparedades

Beata emparedadaEsta historia tiene su origen en un convento femenino cercano a la Iglesia de San Salvador de los Caballeros, la casa de Las Beatas de San Agustín.

Convento fundado por fray Alonso de Orozco para que habitara en él su hermana Francisca, que quería hacerse beata de un convento que no fuese cerrado y por eso se acogieron a la orden de San Agustín. Se crea el Beaterio de Agustinas en 1566.

Más tarde, en 1573, se convierten en monjas agustinas, vivían de las limosnas y de su trabajo.

Se cuenta que estas beatas, al no tener iglesia en su convento, iban a orar a la cercana iglesia de San Salvador en la Corredera del Cristo.
Allí se emparedaban en señal de penitencia dejando un hueco en la pared para adorar al Santísimo y para poder alimentarse. Pasado el tiempo que ellas consideraban necesario de rezo y sacrificio volvían a salir al exterior y regresaban al convento.

Cualquier persona que se acercara a la iglesia podía ver en su interior a estas penitentes.

Fuente: Leyendas

14 de agosto de 2015

Leyenda: El fantasma de La Colegial

Hoy os dejamos un video sobre el conocido fantasma de la colegial.



7 de agosto de 2015

Los cuatrocientos caballeros descuartizados


Imagen de Sancho IVLa historia nos cuenta que en 1283 siendo rey Alfonso X, éste mantuvo una disputa con su hijo Sancho IV.

Los mozárabes moradores de la villa se ponen de parte de Sancho IV y los castellanos situados en los arrabales apoyan a Alfonso X. Un tal Romero es el que dirige el levantamiento castellano. Sancho IV, que se encontraba en Olmedo, viene rápidamente a Talavera para intentar controlar la situación. Destruye el arrabal castellano, destierra a sus moradores y les confisca sus bienes.

Aquí comienza la leyenda por no encontrarse documentación sobre estos hechos.

El infante Don Sancho manda ajusticiar y ejecutar a los cuatrocientos moradores de los arrabales castellanos. Se les ajusticia en el pórtico de San Cristóbal de la iglesia de San Salvador que es al que pertenecían estos caballeros.
Después son ejecutados públicamente en una de las puertas de la ciudad, la puerta de Poniente. Son descuartizados y sus despojos colgados en dicha puerta para escarmiento de sus vecinos. Desde entonces a esta puerta se le llama Puerta de Cuartos. 

Como se ha dicho anteriormente no existe ningún documento que acredite estos hechos. A lo largo de la historia ha sido el boca a boca quien ha transmitido esta leyenda a los talaveranos.

Fuente: Leyendas

31 de julio de 2015

Entrada al inframundo

Localización del pozo Airón en Talavera. Fuente: lovetalavera.com
Un Pozo Airón era el equivalente al Mundus romano, es decir, un pozo negro que las antiguas culturas paganas asociaban con la entrada al Inframundo y que sólo se abría en determinados momentos del año y de forma ritual. El nombre de Airón hace referencia a un dios hispano relacionado con el Submundo y con las aguas subterráneas.

En Talavera existía un Pozo Airón, en varios documentos se habla de él y se ubicaba en la Plaza del Reloj ya entrando en la Calle Mesones. Según nos comunica el arqueólogo César Pacheco Jiménez, en pleno casco urbano de Talavera de la Reina (Toledo), en lo que actualmente es la plaza del Reloj y antiguamente se denominaba plaza de la Villa o del Mercado, también existió un pozo Airón, que fue utilizado durante el siglo XIX como pozo negro y que, ante las quejas de insalubridad por parte de los vecinos, terminó cegándose.

Fuentes: Talaveraoculta.es | Culturaspopulares.org

24 de julio de 2015

Calle Cabeza del Moro

Torreón de Cabeza del Moro. Fuente: realdesanvicentepuebloconencanto.blogspot.com.es
Recorriendo Talavera de la Reina, sin querer me vi,
Justo en la calle Ronda del Canillo, una calle como hay varias,
En un lugar donde una dama al preguntar, dijo ahí llamar,
Calle Cabeza del Moro. Intrigado ante tal nombre,
Pregunté a qué debía nomenclatura tan inusual.
La dama sin hacerse del rogar, explicó una historia
a todas luces inventada pero muy romántica y bonita.
Fue en tiempos de los moros, cuando el torreón que yo veía,
fue mandado construir por un padre celoso,
Con motivo de salvaguardar su hija, de los amores ya propuestos,
Por un galán musulmán que la pretendía.
Por lo cual al hacer la construcción de dicha torre
Quedaba cubierto un jardín por demás hermoso,
Sitio donde la mujercita acostumbraba pasear entre los prados.
Gran decepción sufría el galán, aunque en honor a la verdad,
Sin darse por vencido, el moro la seguía buscando,
tratando encontrar a la agraciada, que le había sorbido el seso.
Fue cuando al detener en la torre, pudo ver el tal jardín.
Otros dicen, fue la propia bella de la historia,
quien mandó dejar la piedra suelta,
Vaya usted a saber. Lo que sí se sabe, es que tal piedra,
Aunque parezca ser una cabeza de moro cortada,
por lo cual así fue nominada esta calle, es en realidad,
Una piedra que representa un toro celta,
Aunque el parecido, nadie lo puede negar.
Dando pie a una leyenda más, de Talavera de la Reina.


Fuente: Cercadeti.com

17 de julio de 2015

La princesa mora


Fruto entre los inestables tratados entre cristianos y musulmanes, una bella doncella mora, Aixa Galiana, hija de Al-Menón de Toledo y sobrina del rey Al-Mamún es conducida a Ávila. Casi una niña, con sus catorce años, llegó triste y abatida ya que sufría de mal de amores: había dejado atrás, en Talavera, a su amado. Ni las fiestas celebradas en su honor ni la tutela de Doña Urraca, hija del rey Alfonso VI, la devolvían la sonrisa.

Era tal su belleza que fueron muchos los caballeros que se interesaron por ella pero el más prendado resultó ser el valeroso Nalvillos Blázquez, que llegó a concertar su boda con ella por medio de su tutora Doña Urraca. Pero resultaba que los padres del doncel ya habían concertado su matrimonio con otra hija de la nobleza abulense, Arias Galindo. Y que el rey, en agradecimiento a su colaboración, había hecho lo propio con la mora, en este caso, su prometido sería un jefe árabe llamado Jezmín Yahia.

Nalvillos, terco como él sólo, se empeñó tanto que consiguió casarse con Aixa (convertida al cristianismo) pero se granjeó el odio de Jazmín y el desengaño de Arias, enamorada perdidamente de él y que debió conformarse con esposar con su hermano Blasco.

Ignorando de quién se trata, Nalvillos traba amistad con Jazmín en un viaje a Talavera. Y tanto le agasaja el primero, que el cristiano no tiene por menos que invitarle a los esponsales de su hermano Blasco, incluso, dándole aposento en su casa palaciega.

Ya en Ávila ambos y dentro de las celebraciones por la boda entre Arias y Blasco, se celebraban torneos y justas y al abulense reta a su nuevo amigo a combatir a espada. Le vence con cierta facilidad y el musulmán se siente humillado, no tanto por el escarnio público sino por ver entre los asistentes a su amada Aixa y apreciar como ésta le observa desesperada, acosada. Y si, el amor que había dejado atrás la mora al ser llevada a Ávila, no era otro que Jazmín.

La tristeza que acompaña a Aixa y cuyo motivo su esposo desconoce, duele cada vez más a Nalvillos que pensando que sufre en la ciudad amurallada, construye para ella una hacienda con todo tipo de lujos en el paraje de Palazuelos, a escasas leguas hacia el norte siguiendo el cauce del río Adaja.

Pero ella continuó aquejada por sus dolencias sentimentales, sólo consolada por las visitas secretas de Jazmín que aprovechaba las frecuentes ausencias del esposo capitaneando incursiones militares, para ver a su querida aprovechando la noche. Aquello desembocó de la única forma posible: los amantes se fugaron para retornar a Talavera.

El guerrero vuelve de sus contiendas y encuentra la hacienda vacía y, sabedor de la afrenta, decide ir en busca de los adúlteros. Se hace acompañar por sus más leales caballeros. Sin embargo, no ataca la ciudad talaverana sino que les hace acampar en las inmediaciones, adentrándose en la villa en solitario disfrazado con vestiduras árabes. Eso sí, da orden de atacar si no retorna en dos días.

El ultrajado caballero se dirigió al palacio de Jazmín logrando alcanzar el jardín de esta residencia donde su amada Aixa restaba sola. Tapando su rostro con el esbozo, la dedicó frases lisonjeras, ésta, embelesada, terminó por dejarle acceder hasta su alcoba. Allí, Nalvillos se descubrió y ella llamó presurosa a la guardia que lo apresarán. Ya el ofendido no albergaba ningún sentimiento hacia su esposa al comprobar su adúltera conducta que no era fruto únicamente de un secuestro.

Jazmín decide ejecutar a Nalvillos en una plaza pública quemándole en una pira. Como último deseo, el cristiano pide hacer sonar una trompa de guerra. Accede a ello el árabe, sin saber que aquella era la señal que los caballeros leales al reo aguardaban para atacar la ciudad.

La matanza fue cruenta y el noble abulense vengó su afrenta particular quemando a los amantes en el lugar preparado para su propia ejecución. El resto de su vida la dedicó a guerrear incansablemente ya que no había otro objetivo en su vida que no fuera luchar. A su muerte, fue enterrado en la Iglesia de Santiago, entre los llantos de los abulenses que valoraron su carácter heroico aunque todos conocían por qué nunca llegó a ser feliz en vida.

Nalvillos existió como personaje histórico, la toma de Talavera de la Reina fue un hecho histórico decisivo en el avance cristiano hacia el sur (1083, Alfonso VI) y la finca de Palazuelos es una bella dehesa ubicada entre los encinares al norte de la ciudad. Como siempre en las leyendas, hay retales de realidad y otros aderezos que cada uno debe creer o no en función de los deseos de hacerlo. Mas, cuando pases por la Plaza de Nalvillos de Ávila, recuerda al atormentado caballero y piensa que nunca consiguió la felicidad de corazón que fue lo que buscó en vida y no el ser conocido por empuñar las armas.

Fuentes: Muralladeavila.com | Wikipedia

10 de julio de 2015

El escudo de Talavera

Escudo de Talavera de la Reina Se cuenta que cierto pretor del Imperio Romano, siguiendo la vieja costumbre de erigir monumentos para conmemorar victorias, celebró su entrada en Talavera levantando en la zona del Casar la figura de dos toros junto a una torre. Al parecer, la torre que aparece en nuestro escudo representa las numerosas torres albarranas que llenaban nuestra ciudad; y los dos toros no son toros, sino un buey y una vaca, y simbolizan una costumbre romana muy curiosa que consiste en dejar sueltos a estos animales enganchados a una vertedera. El surco que trazaban al andar era seguido después por los ingenieros romanos para empedrar sobre él un camino. Dicha costumbre no es ninguna superstición, al contrario, se basa en un razonamiento muy astuto, pues los bueyes buscan siempre el terreno menos dificultoso (sobre todo en los ascensos). La fórmula de ingeniería quedó simbolizada para siempre en el escudo talaverano, pues también se empleó para delimitar el término de nuestra ciudad.

Pero existe una leyenda totalmente inventada que da otra explicación a los símbolos de nuestro escudo. Al parecer, este buey y esta vaca eran los únicos animales que quedaban tras el recinto amurallado donde los talaveranos resistían cierto asedio. Los días pasaban y las dos reses cada vez se hallaban más cerca de servir de almuerzo a los asediados. Cuando el hambre se hizo insoportable y ya acudían los talaveranos con el cuchillo a dar el tajo a las pobres bestias, se les ocurrió una idea: abrieron la puerta del recinto y las dejaron libres.

Por esta señal los enemigos entendieron que a los talaveranos nos sobraba el alimento, y viendo que el asedio podría alargarse indefinidamente, desistieron de su intento y se marcharon, pues los enemigos tampoco andaban muy holgados de provisiones. El escudo, pues, reflejaría el momento en que las reses salen de las murallas y dan la victoria a los talaveranos.

Fuente: Talaveranet

3 de julio de 2015

Descendientes de atlantes

Atlantis. Fuente: urbanghostsmedia.com

Antes de que los romanos llegaran a Talavera, según cuenta la leyenda, los habitantes creían ser descendientes de los últimos pobladores de la Atlántida. Éstos, luego de la desaparición de la ciudad, emigraron desde la antiquísima Atlantis sumergida en el mar por las costas de Portugal hasta el estuario del río Tajo.
Desde allí se encaminaron río adentro hasta fundar la ciudad de Akuis, dibujando un entramado de túneles por toda la villa, donde ocultaron todas sus riquezas. Un terrorífico terremoto desvió el curso del río, llevando su trayectoria hacia el sur y la mayor parte de la ciudad se sumergió bajo las aguas. Pero lo catastrófico fue la inundación de todos los túneles y la privación a sus habitantes de todos sus tesoros.

Después de finalizada la Guerra Civil, en el año 1940, artificieros del Ejército español fueron a un domicilio en Ronda de Canillo, para comprobar un túnel en el que durante la guerra, la gente del barrio había utilizado como refugio de los ataques republicanos. Los soldados salieron estupefactos y terriblemente conmocionados. Comunicaron al Ministerio de Guerra un horrible secreto y acto seguido sellaron el conducto que permitía acceder a los túneles.

En el año 1959, dos muchachas, nietas de los dueños de la casa, lograron violentar la entrada y se internaron en el paso subterráneo. Aún hoy en día, una de ellas cuenta cómo la falta de oxígeno puede provocar el desvanecimiento de quien se interne en él.

De todas formas, ambas hermanas continuaron adentrándose en él y la que sobrevivió relata que aproximadamente a doscientos cincuenta metros de la entrada, cuando un fortísimo viento que lo inunda todo se detuvo, se encontraron con un salón lleno de esqueletos y baúles. En el techo, unas placas amontonadas con inscripciones y también armas antiguas.
Unos minutos más tarde, pudieron ver y oír unos pequeños hombrecillos, de rostro pálido y ojos inyectados de sangre que las miraban con desconfianza. Eran calvos y su estatura no sobrepasaba el metro y medio de estatura. Uno de ellos pronunció una frase en un idioma ininteligible e instantáneamente, una abundante masa de agua inundó la sala a la vez que los extraños seres se escabullían entre los intersticios de la pared.

Las hermanas corrieron a toda prisa, sin mirar atrás, en dirección opuesta a la que habían entrado, pero una trastabilló y fue tragada por las aguas. La otra logró escapar, y fue encontrada por un hortelano en un pozo en el Cerro Negro. La joven sobreviviente contó esta historia a quien quisiera escucharla, pero como sucede siempre, nadie le hizo caso, ni le creyó.

Un mes después, el cadáver de su hermana fue hallado flotando putrefacto en la isla del Chamelo. La autopsia reveló que no había muerto por ahogamiento. Sus pulmones estaban en perfecto estado, pero todo su cuerpo estaba plagado de unas marcas de unos pequeños dientes por donde le había sido extraída toda la sangre.

Hace unos años, por las obras del río Tajo y del Lagar de San Prudencio, se ha descubierto una enorme red de túneles que abarcan todo el casco antiguo, y hay quien dice que por las noches se escucha mucho más que el sonido del agua. Hay quien habla de verdaderas conversaciones y voces agudas hablando en un extraño dialecto, chillando exasperados sin cesar jamás.

Fuentes: Talaveraoculta.es