6 de julio de 2015

Personajes que MARCAn TALAVERA: Fray Hernando de Talavera I

Monje Jerónimo, prior de Prado, obispo de Ávila y arzobispo de Granada, confesor  y consejero de Isabel la Católica, que actuó activamente en la política castellana y en la organización del reino de Granada. Escritor menos conocido, pero de indudables méritos.

http://www.lovetalavera.com/turismo/historia/fray-hernando-de-talavera/Nació en Talavera de la Reina, en la calle del Contador, en la casa llamada de los Ezquerras, y en cuya fachada se ha colocado, por iniciativa del académico correspondiente D. Luis Jiménez de la Llave, y redactada por una comisión de la Academia de la Historia, una lápida de mármol blanco, que dice así: "En esta casa nació D. Fr. Hernando de Talavera Prior del Monasterio de Prado obispo de Ávila, primer arzobispo de Granada y examinador de los proyectos de Cristóbal Colon. La patria a su hijo ilustre año 1892 en los días del cuarto centenario del descubrimiento de América".

Todas las fuentes silencian detalles sobre su nacimiento, aunque se cree que fue en el año 1428, ignorándose el mes y el día, y el nombre de sus padres, los cuales eran pobres colonos de D. Fernando de Álvarez de Toledo. Fue Hernando, en su niñez, seise o cantor en la Colegiata de Talavera, donde estudió Gramática latina, hasta que, con el apoyo del citado Conde, pasó a estudiar en Salamanca, donde simultaneaba el trabajo y el estudio de teología. Ya hecho sacerdote, profesó en la orden monástica de San Jerónimo, en el convento de San Leonardo de Alba de Tormes, a cuatro leguas de aquella ciudad, el día 15 de Agosto de 1458, haciendo una vida ejemplarísima de humildad y cordial santidad de todo punto inimitable durante los siete años que pasó en el noviciado.

Ocupó la vacante de priorato en el Monasterio de Nuestra Señora de Prado de Valladolid de 1466 a 1475. En dicho monasterio pasó los años de prueba y aprendido las observancias de la Orden, que vivían un momento glorioso. Los escritos de éste período rezuman madurez, y las fuentes narrativas hablan de su influjo sobre diversas damas nobles, que se pusieron bajo su dirección espiritual.
La fama de éste insigne varón llegó hasta la Reina Isabel la Católica, que poseía sus escritos, y decidió nombrarle su confesor y consejero imprescindible de 1475 a 1492.

Sobre él y la reina Isabel I la Católica se cuenta la siguiente anécdota histórica:
El monje se sentó en una silla e hizo un gesto respetuoso con la mano instando a la reina a arrodillarse, como cualquier otro penitente.Isabel se quedó atónita. Sus confesores siempre se habían arrodillado ante ella como muestra de deferencia hacia su persona. "Reverendo Padre", dijo, "la costumbre indica que ambos debemos arrodillarnos". Fray Hernando contestó: "Hija mía, la confesión es el tribunal de Dios, en el que no existen reyes ni reinas, sino simplemente pecadores; y yo, a pesar de mi indignidad, soy Su ministro. Lo justo es que yo me siente y vos os arrodilléis". La reina obedeció y confesó sus pecados. Más tarde diría: "Éste es el confesor que yo buscaba". Y durante algunos años conservó junto a ella a Talavera como su director espiritual.

Prescott pronunció estas notables palabras: "Fortuna hubiera sido para el país que la conciencia de la Reina hubiera estado confiada siempre a la dirección de personas de tan ejemplar piedad como Talavera".

Junto a ésta dimensión de consejero debe ponerse la de realizador de la reforma religiosa en la fase anterior a Cisneros, demostrando que por sus manos pasaban los hilos de la reforma en su sentido más amplio.

Respecto al ingreso de Dª Juana la Beltraneja en el convento de Santa Clara de Coimbra; los Reyes Católicos enviaron como embajadores a los ilustres talaveranos Fray Hernando y D. Rodrigo Arias Maldonado a presenciar la ceremonia. De forma secreta, Fray Hernando recibió juramento del rey portugués de no permitir a Dª Juana abandonar la vida religiosa.

Se debe tener en cuenta su acción en la elaboración del Estado castellano moderno.
Los Reyes Católicos quisieron demostrarla el amor que le profesaban nombrándole obispo de Ávila; y previendo de antemano la posible renuncia de Fr. Hernando, se le anticiparon con una bula del Papa Sixto IV, en que se le mandaba aceptar, sin excusas ni pretextos de ninguna clase.

Pasó Fray Hernando algún tiempo en su obispado, introduciendo reformas y corrigiendo abusos; pero la Reina, que no quería prescindir de su confesor, le obligó a volver a su lado, solicitando antes la oportuna licencia de la Santa Sede.

Tiempo más tarde, Fray Hernando cumplió cargos de responsabilidad en la guerra de Granada y aconsejó sobre la política oceánica de Castilla.
Respecto a la negociación colonbina, no existen pruebas que demuestren la intervención de Fray Hernando más allá de la entrega de 1.157.100 maravedíes; ello hace suponer que habían mantenido algún contacto.

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